Arquitectura

Citè International de la Gastronomie de Lyon by Carlos Salazar

Espacio gastronómico.- La cocina

Espacio gastronómico.- La cocina

El Hotel Dieu es un majestuoso edificio sitiado en el centro de Lyon con una fachada plana de más de trescientos metros de longitud frente al río Ródano. Desde sus orígenes en el siglo XII se dedicó a acoger huérfanos, mendigos y peregrinos, a partir del siglo XVIII y hasta el año 2010 ha funcionado como hospital.

En la parte más antigua del complejo se ubica La Citè International de la Gastronomie de Lyon que se inauguró en octubre de 2019 y que cuenta con más de cuatro mil metros cuadrados de superficie dedicados al mundo de la gastronomía y la cultura, con un espacio dedicado a la memoria del gran chef Paul Bocuse. En el interior los espacios expositivos se van alternando con otros de carácter didáctico en torno a las cocinas de todo el mundo. También es un punto de referencia para todos los profesionales del sector con la creación de encuentros, clases y networking entre empresas de restauración y productores locales.

El equipo de Carlos Salazar Arquitectos está especializado en proyectos basados en el diseño, la creatividad, con búsqueda de soluciones muy adaptadas a los objetivos del cliente. Se ha encargado de diseñar varios espacios de la Citè, principalmente del vestíbulo, la tienda-cafetería, las oficinas, el networking, la cocina y de la sala de degustación. También otros espacios menos protagonistas, pero necesarios para la logística general del edificio

En desarrollo del proyecto estuvo muy condicionado unas normas muy estrictas a la hora de actuar sobre el edificio ya que se trata de un complejo considerado patrimonio nacional.

La imponente sobriedad de los espacios del edificio y solemnidad que destilaban eran unos valores que se quisieron respetar sin abarrotar esos espacios de elementos anecdóticos. El reto consistía en dar soluciones sin que se disparase el presupuesto. Para ello se optó por materiales sencillos utilizándolos con criterios y formas diferentes a lo que es habitual, esto les da personalidad. Al tratarse de un centro de visitantes, pensamos espacios dinámicos, con mucho movimiento, en donde las formas se fueran adaptando los flujos de circulación de los visitantes. El estudio de la iluminación es fundamental para desarrollar es te concepto en unas salas que por su origen y naturaleza constructiva la luz natural es escasa.

Se ha utilizado un único material protagonista para resolver todos los requerimientos funcionales de cada espacio. En el vestíbulo, tienda y cafetería se recurrió a una madera de haya que ofrece el aspecto de la solidez de los muebles antiguos que una vez ocuparon las salas del hospital. El falso techo es un plano construido con placas de cartón yeso en forma de pajarita que soporta todas las instalaciones de climatización e iluminación. Para la barra de la cocina del espacio gastronómico se eligió un de piedra artificial color grafito por su carácter neutro, muy adecuada al lugar en donde se ubicaba y como superficie de trabajo por sus características técnicas, una novedad de la marca patrocinadora Cosentino que ensayaba en este proyecto por primera vez.

LA VISITA DE CAMUS by Carlos Salazar

Albert Camus

Albert Camus

Hoy me encontraba en el despacho tratando de acabar de encajar un proyecto que últimamente ha ocupado gran parte de mi tiempo. Como ocurre siempre en el proceso de diseño, todo son dudas que a medida que voy resolviendo aparecen otras cuestiones que hay que encajar con lo logrado.  Justo cuando ha llegado el momento de máxima concentración en el que estaba totalmente absorto con lo que hacía ha sonado el timbre de la puerta de entrada. Un poco contrariado me dirijo hacia la puerta no sin quitar el ojo a las últimas líneas que acababa de trazar sobre el papel metido mentalmente en ese barullo. Al abrir, atónito veo que Albert Camus está plantado frente a mi puerta con cara sonriente, me quito las gafas de presbicia para contemplar mejor esa escena y comprobar si es cierta o ando confundido por mi estado anterior. Efectivamente, es él, lo reconozco por una imagen de él que conservo en la memoria. Lleva un abrigo largo de solapa, ancha una bufanda al cuello dejada caer por su pecho y un pitillo en la boca. Lo primero que se me ocurre es decirle Bonjour Monsieur, él me da los buenos días y me pide poder pasar al interior.

A partir de aquí hay que imaginar la conversación en francés, un idioma en el cual me defiendo pero que a bote pronto fallo en fluidez. Puedo haber impartido clases y conferencias en Francia, en Marruecos, sobre arquitectura y paisajismo pero, en fin, no es lo mismo encontrarte en la tesitura de conversar con Camus en su idioma natal. Yo le invito amablemente a pasar extrañado y excitado a partes iguales por la visita de tal personaje ilustre. Le pido que por favor se acomode como le plazca e intentando buscar un hilo de conversación al inesperado encuentro le ofrezco un té o café y me contesta de inmediato que hace ya mucho tiempo que no necesita nada de eso. Él mismo toma una silla y se sienta junto a la mía, frente a los dibujos que me tenían ocupado antes de su interrupción. Tratando de hacer la visita amena y percibiéndolo expectante como si quisiera que le contase algo, de repente se me ocurre hablarle de que cuando visité en varias ocasiones la ciudad de Argel y me acerqué a ver la ruinas romanas de Tipasa (antigua Tefessedt) encontré una placa dedicada a su memoria. No hubo tiempo, para mayor sorpresa, se me adelantó preguntando sobre los dibujos que había encima de la mesa y que yo acababa de interrumpir para atender la visita. La verdad es que me sentí reconfortado porque ese era un tema del que podría estar hablando largo y tendido.

Los proyectos de arquitectura, durante el proceso de elaboración, generan en el arquitecto un estado obsesivo y absorbente, quizás parecido al de quien ha sufrido algún tipo de shock por, por ejemplo, un accidente de tráfico al que ha sobrevivido y ya no puede dejar de pensar en él, reconstruir la escena en su mente. Uno se puede convertir en un ser monotemático que no sabe desconectar y su alivio pasa por buscar las victimas propicias para desahogarse en una especie de vomitera mental resacosa… Con el proyecto que me ocupaba ahora no era diferente. Así pues le expliqué cómo había ido hasta ese momento el encargo, las reuniones con los clientes expresando necesidades, gustos, preocupaciones y cómo estaba  estructurando yo todo ese mundo sobre esa base y mi experiencia como arquitecto, me atrevería a decir casi como improvisado psicólogo. Camus se mostró muy interesado y después de oírme empezó a hacer numerosas observaciones que yo encontré que tenían mucho sentido dentro del proyecto y también cargadas de sentido común en general, eran como una lección de vida. Todas sus observaciones las encontré tan sugerentes que me puse a dibujar a medida que las iba enumerando modificando el diseño que había sobre la mesa. Al notar mi entusiasmo y decirle que no quería tampoco acapararlo me contestó que tenía todo el tiempo del mundo, que nadie lo esperaba. Así, después de un buen rato, teníamos un diseño global parecido al de partida pero se había quedado reducido a la mitad aproximadamente. Al verme aturdido y pensativo por el resultado Camus salió al paso resumiéndome lo que había ocurrido y descubriéndome que la mayoría de las veces con menos se puede decir lo mismo, que prácticamente todo puede reducirse.

Vivimos con muchas cosas superfluas dando demasiada importancia a lo accesorio, sin ser conscientes de lo que es la vida en realidad, nos dejamos llevar siempre preocupados todo el tiempo por el presente y sobe todo temerosos por un futuro que quizás no llegue o que no sea tal cual imaginamos, víctimas del orgullo que nos hace torpes, patéticos y en ciertas ocasiones incluso a nuestro perjuicio. Yo oía atentamente sin cuestionar nada pero fruncía el ceño asintiendo levemente contrariado porque cada proyecto lleva muchas, muchísimas horas de trabajo y había invertido cantidades ingentes de tiempo en ello. La verdad es que tengo tendencia a escuchar y respetar todas las opiniones que estén fundamentadas o sean resultado de una experiencia vital solvente, en este caso mucho más por ser de alguien que ya ha vivido y sabe bien lo que es la muerte, aunque de eso último no llegue a preguntarle. Yo le agradecía la lección que me estaba dando pero pensaba al mismo tiempo: “¿Esta visita con este sermón es sólo para mí o se trata de una campaña de concienciación de arquitectos o de la gente en general?”

Estaba muy confuso con todo lo ocurrido hasta el momento cuando volvió a sonar el timbre de la puerta. Era mi vecina, que muy amablemente me decía que iba a salir a la calle y que dado el tremendo frío que hacía podía aprovechar el viaje y traerme algo de compra a mí también si me hacía falta. Camus, que oyó el ofrecimiento de la vecina desde su silla me gritó apresurado antes de perder la oportunidad una sugerencia: “¿Por qué no empezamos a hacer el proyecto ya que ha que dado definido?” Me quedé parado un momento  y por respeto a la voluntad de un muerto, elaboré rápidamente una lista mental de lo que podríamos necesitar, al menos para arrancar el proyecto. Así pues le dije a mi vecina: “Te agradezco mucho el ofrecimiento porque ahora mismo necesitamos una buena caja de herramientas completa, una taladradora con gran variedad de brocas, un nivel, una cinta métrica y al menos 25 placas de paneles de cartón yeso tipo “Pladur” de 12mm con todos los perfiles metálicos de soporte, cinta tapajuntas”. Una vez recitada toda la lista la vecina no perdía la sonrisa amable del principio incluso me dijo que no me preocupara que eso estaba hecho. Al darme la vuelta Camus ya no estaba en su sitio, tampoco en la sala. ¿Podía haber ido al baño? Claro que no, no lo necesitaba, estaba muerto, está muerto, aunque eso no me extrañó en ningún momento (lo de estar hablando con un muerto). Por prudencia ante lo desconocido decidí sentarme en mi silla, ahí empecé a darle vueltas a lo ocurrido. Menos mal que la visita fue de alguien que habla francés, no sé qué hubiese pasado si hubiese venido Wagner o Nietzsche, de alemán sí que no entiendo ni hablo nada. Y ¿Por qué vino Camus?

Otro ruido perturbador pero familiar que no acabo de reconocer me distrae de mis pensamientos y de repente me encuentro mirando el techo de mi dormitorio… Así fue, era un sueño. Repaso divertido el sueño, corro a buscar bolígrafo y papel para apuntarlo y no perder ningún detalle. Mi mente ha seguido trabajando mientras dormía, y con visitas tan privilegiadas como esclarecedoras, ¡Ni durmiendo se llega a desconectar! Utilicé el sueño para resolver aquel proyecto, aunque nunca antes lo había contado y ni los clientes, ni mis compañeros, colegas ni amigos lo sabían hasta ahora mismo, pero Camus, mientras dormía, formó parte de mi equipo en Carlos Salazar Arquitectos. Hay que ver cuántas cosas esconde un arquitecto. Me gusta la idea de compartir estas historias; para los profanos quizás resultarán curiosas, algunas divertidas, otras menos, pero que de cualquier modo nos acercan para entendernos mejor. Para los colegas y profesionales del sector intuyo que serán útiles en cierto modo o, como mínimo, les harán sentir comprendidos porque seguro que compartimos más de un secreto.

Arquitectura sin contexto, sin complejos, sin prejuicios by Carlos Salazar

Frank Gehry

“Un servidor del capitalismo espectáculo”, así definió la figura de Frank Gehry durante una lectura de tesina en 2012 un catedrático de proyectos arquitectónicos que formaba parte del tribunal, no sin antes lanzar una serie de reproches por el hecho de dedicar o, según su retórica, “malgastar" tiempo y energías en investigar sobre su obra. Preservaremos su anonimato si bien es cierto que existen numerosos detractores de la obra de Gehry acusándolo de ser un arquitecto estrella cuyo trabajo es puramente formalista y carente de cualquier contenido que lo dote de interés. Cabe aquí confesar que durante algún tiempo no había lugar a declarar preferencia alguna por Gehrypor mero pudor a la reacción o los comentarios que se pudieran generar en el entorno profesional o académico.

El primer ejemplo que me provocó una mirada detenida sobre su figura fue su casa de Santa Mónica en Los Ángeles. Se trataba de laampliación de una modesta casa californiana de madera típica de los años cincuenta. La visión de las imágenes publicadas de ésta resultaba desconcertante. Tenía el aspecto de un collage en tres dimensiones autoconstruido por un individuo en sus ratos libres con dudosa maña para el bricolaje. 

Otra obra de la misma época construida no lejos de su casa en Los Ángeles, el Chiat Day en Venice Beach, también polémica, fue la que provocó una mirada más atenta para curiosear el trabajo de Gehry. Es un edificio cuya fachada a la calle la componen tres partes muy diferenciadas. En el centro se sitúa la puerta principal que está definida por unos prismáticos erguidos a una escala tal que permite la entrada de personas y vehículos. Una lectura inmediata puede que nos lleve a pensar que se trata de una ocurrencia o un chiste, pero si nos detenemos un momento y prestamos la atención suficiente, veremos que esos prismáticos son obra de uno de los grandes artistas del Pop Art americano, se trata de Claes Oldenburg, así la cosa era diferente. Este hecho nos retrotraía a tiempos del Renacimiento o del Barroco en donde las fachadas de los edificios eran decoradas por artistas de renombre o por el propio arquitecto en su labor de escultor. Si la historia da pleno reconocimiento a Borromini, Bernini o a Miguel Ángel como artistas y arquitectos a la vez, siguiendo esa misma lógica es factible que un arquitecto contemporáneo pueda ser a la vez un artista o trabaje con supuestos artísticos. Todo ello chocaba frontalmente con ese racionalismo europeo convertido en religión por los seguidores de Le Corbusier y Mies y que se seguía inculcando en las escuelas de arquitectura. Ni decir tiene que adoptar esa actitud pop en las aulas era un suicidio anunciado. El interés por el trabajo de Gehry ha ido creciendo entre los escépticos alimentado sobre todo por la valoración positiva que hacían críticos y arquitectos considerados referentes de opinión o de saber hacer como es el caso de Rafael Moneo y Siza Vieira

En una breve aproximación al personaje diremos queGehry no está interesado en hacer proselitismo con su obra, así lo transmite al afirmar: “Tengo un problema con todo lo llamado “escuela”, “ismo”, (…), básicamente con cualquier cosa que trate de prescribir la manera de relacionarse con el mundo”. Es un arquitecto que en ningún caso encontraremos escritos suyos con reflexiones, frases transcendentes o categóricas. Está alejado de dogmas, es buen conocedor de la historia del arte, de la arquitectura y muy próximo al mundo del arte contemporáneo. Sabemos de su pensamiento sobre todo por entrevistas, escritas o grabadas en vídeo, alguna película o textos que otros han elaborado sobre él pero desde una óptica muy sesgada. Normalmente se limita a relatar las circunstancias del proceso de trabajo o trato con los clientes mezclando reflexiones superficiales, anécdotas o impresiones. Es por todo esto que cuando un investigador se enfrenta a la labor de tejer un argumento que explique o justifique el trabajo de Gehry se halla en la misma situación que la del crítico que ha de hablar de la obra de un autor fallecido de cuya memoria apenas se conserva rastro. Así pues una manera de tirar del hilo para deshacer el ovillo es partir de determinadas preguntas y de ese modo procederemos.

Se podría decir que la carrera de Gehry tal y como la conocemos hoy, empieza con el proyecto de su casa realizado a sus 50 años, teniendo en cuenta que la realización de ésta significó un cambio radical en la trayectoria profesional que venía desarrollando. En este primer proyecto podemos ver las bases sobre las que se asentará su trabajo por cuando nos dice : “Tengo un repertorio limitado de ideas que voy llevando al límite cada vez más”

Esos argumentos primeros que conforman la base de todo su trabajo serán el hilo conductor que engarza toda aquella trayectoria que en apariencia se mostraba dispar y heterogénea, empezando desde su casa con aspecto de montaje barato hasta el reluciente titanio de las placas que recubren el museo Guggenheim de Bilbao. No obstante, para develar a qué se debe y cómo se ha generado ese repertorio de ideas será necesario hacer un recorrido previo por diversos temas, unos más conocidos que otros, relativos a la historia de los Estados Unidos y a su propia biografía, que servirán para entenderesas claves de un producto inédito hasta la fecha y puramente norteamericano heredero del Pop Art y de la visión rupturista de Robert Venturi y Denise Scot Brown

Es importante señalar que la Ciudad de Los Ángeles es un caso paradigmático, único y especial, muy diferente a cualquier otra ciudad. Allí todo tiene fecha de caducidad y es sustituido sin complejos cuando se vuelve obsoleto o ya no despierta interés. No existe la voluntad de la permanencia o la trascendencia, cada nuevo usuario o nueva generación utilizarán su entorno como mejor considere, eliminando si fuera necesario las huellas de lo anterior. “Ser contextual en Los Ángeles es tanto como ignorar el contexto” nos dice Rafael Moneo, sin embargo Gehry afirma: “Trabajo el contexto, extraigo pistas del contexto. Mi trabajo puede parecer extraño a mucha gente de Europa. Pero nuestro contexto es esto (señalando por la ventana)”. Es una ciudad con un paisaje cambiante que está en permanente movimiento en donde conviven el trabajo artesano delDo It yourself  con la más avanzada tecnología en un ambiente de gran libertad en donde reina la filosofía del laissez faire, es decir de la no-norma. Así pues el trabajo de Gehry surge de ese contexto cambiante e imprevisible. 

Quizás desde los prejuicios deuna visión eurocentrista de la arquitectura sea difícil la aproximación a la obra de Frank Gehry pero no está demás lanzar de vez en cuando una mirada abierta al otro lado del océano porque tarde o temprano todo lo que ocurre allí acaba por dar el salto hacia aquí. Es la reflexión principal de mi libro "Contexto como arquitectura".

Mujeres arquitectas, historia de un olvido. by Carlos Salazar

Denise Scott Brown en Las Vegas 1966 / foto: Robert Venturi

Denise Scott Brown en Las Vegas 1966 / foto: Robert Venturi

La historia de la mujer en la arquitectura es la crónica de un olvido permanente. La historia de la Arquitectura - y en general la Historia – suele sufrir continuas revisiones. En ocasiones algún historiador, en un intento de dar un nuevo punto de vista sobre un periodo concreto, rescata del olvido a algún arquitecto cuya obra no se valoró suficientemente. Pero lo que ha venido siendo habitual entre los que rescriben la historia es obviar la importancia del trabajo de las mujeres.  

Probablemente esto responda a cómo eran en general las circunstancias de la mujer a principios y mitad del siglo XX, pensemos que aquí en España no alcanzaron su mayoría de edad plena hasta llegada de la democracia, es decir, para cualquier asunto debían tener el consentimiento de su esposo o de su padre, hablamos de mujeres que habían sobrepasado la mayoría de edad, algo que hoy en día nos parecería una barbaridad y sin embargo es una herencia que no queda tan lejana. Acceder a estudiar ciertas carreras no les fue fácil, no era común encontrar mujeres formadas, universitarias, y cuando empezaron a poder ir a la universidad se vieron rodeadas de prejuicios que condicionaban sus decisiones a la hora de elegir una carrera, no era habitual que accedieran a estudios como los de arquitectura o de ingeniería, campos considerados por lo general más propios de mundo masculino hasta hace nada.

De ese modo, injustamente infravaloradas, el papel asignado a las arquitectas fue el de compañeras, colaboradoras o parejas cuyo trabajo fue fundamental para aquellos que se convertirían en los grandes arquitectos del siglo XX.  Ellas se vieron relegadas a un inmerecido ostracismo en pos de la construcción del mito. Si de algún modo fueron reconocidas de debió al hecho de estar asociadas con sus compañeros. Por citar algunos nombres cabe mencionar a la irlandesa Eileen Grey, la finlandesa Aino Marsio Aalto, la escocesa Margaret Mc Donald Mackintosh, la inglesa Allison Smithson, la francesa Charlotte Perriand o la norteamericana Ray Eames. Otras como Maïja Isola, Lily Reich y Marianne Brandt, pertenecientes a la Bauhaus, así como Margaret Kropoholler Staal, Grethe Meyer o Nana Ditzel.  En el caso delas españolas, arquitectascomo Matilde Ucelay y Juana Ontañón, trabajaron independientemente y no han tenido un reconocimiento claro.

Uno de los caso más flagrantes y sorprendentes es la concesión del premio Pritzker en 1991, el “Nobel” de la arquitectura, a Robert Venturi dejando de lado a Denise Scott Brown. Se trata de una pareja indisociable y de gran relevancia en la historia de la arquitectura de la segunda mitad del S.XX. Después de una campaña para que se rectificara esa decisión apoyada por Robert Venturi, en al que declaraba que el cincuenta por ciento del trabajo lo desarrollaba ella, el jurado del premio decidió negarle ese reconocimiento.

Como se decía anteriormente, podríamos encontrar muchas circunstancias adversas en una época que presentaba impedimentos de tipo legal, que limitaban sus derechos y en la que se permitían licencias y actitudes que quizás hoy no estarían bien vistas por la mayoría de la población. Probablemente algunas asumieron o se resignaron al papel que les tenía reservado la sociedad. Tampoco es desdeñable el hecho de que la historia y crítica de arquitectura estaba en manos de hombres,  o que los clientes, el mundo del los negocios y la construcción fuese un campo reservado únicamente a estos.

Pero  sorprende que hoy en día el elenco de arquitectos conocidos por el gran público también esté compuesto por casi exclusivamente hombres. Entre Norman Foster, Santiago Calatrava, Frank Gehry, Jean Nouvel, y otros quizás sólo nos suene Zaha Hadid, autora en España del pabellón puente de la Expo de Zaragoza.

Puede que se esté dando un cambio generacional que no ha llegado a ese estrato, como ocurre en las escuelas de arquitectura. Hoy en día la paridad entre alumnos y alumnas es un hecho pero nada tiene que ver con lo que ocurre en las plazas ocupadas por catedráticos, decantado muy claramente hacia el lado masculino.

Ahora cabe preguntarse: ¿Aún sigue habiendo ese desequilibrio entre la atención que se presta al trabajo de las arquitectas respecto al de los arquitectos? Las nuevas generaciones tienden a trabajar en equipo, perdiendo sentido el arquitecto solitario. Realmente, en general, no hay diferencia alguna entre la arquitectura producida por hombres y mujeres. Esta colaboración puede ser positiva como vehículo de normalización e integración de la mujer en el mundo de la arquitectura.  Haciendo un repaso en lo que ocurre a nuestro alrededor parece que hay avances en el reconocimiento de la labor de ellas, pero el peso a favor de los hombres sigue siendo abrumador por lo que hay aún mucho camino por recorrer para llegar a la plena normalización en el reconocimiento de sus esfuerzos.

Un ejemplo concreto que ilustra la situación anterior es la exixtencia del premio internacional ArcVisión, patrocinado por Italcamenti Group. Un premio destinado a reconocer la importancia del trabajo de las mujeres en la arquitectura en los últimos años. El premio se plantea en términos de “discriminación positiva a favor de las mujeres” según su responsable Carlo Pesenti que añade: "Esperamos que en estos sectores tradicionalmente dirigidos por hombres, las mujeres asuman un rol central y puedansuperar cualquier tipo de discriminación o exclusión tanto en la toma de decisiones como en la producción. Los hombres y las empresas necesitan la energía y la sensibilidad de las mujeres para crecer y lograr resultados cada vez mayores."

La “feminización” de la arquitectura está en marcha sin embargo eso no se refleja en la vida laboral como sería de desear.  Estamos inmersos aún en un proceso de reequilibrio en el que se vislumbra que han de pasar años para que esto se note. No obstante el camino es difícil y son las mujeres las que fundamentalmente han de reivindicarse y seguir atentas para no perder sus derechos adquiridos, a ser tenidas en cuenta frente a una sociedad y unos políticos dispuestos a dar marcha atrás en determinados logros sociales que las afectan directamente.

 

 

 

  

Traiciones del lenguaje en arquitectura by Carlos Salazar

Maison Latapie

Maison Latapie

Después de asistir a la conferencia "Inhabiting freedom of use" de la prestigiosa arquitecta Anne Lacaton (Lacaton&Vassal) en la ETSA-UPV este martes, se me ocurrió que sería pertinente una reflexión posterior sobre lo que allí hablamos. Supongo que es por todos compartida la idea de que el lenguaje como expresión en arquitectura es inevitable. Bien se expresa por el tratamiento de la forma, por la de materialidad o por ambos a la vez. Incluso si se pretende huir de ello de un modo u otro la arquitectura se hace presente, es observada y vivida de manera inevitable: comunica.

El ejemplo ilustrativo para mí es el del trabajo de Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal que desde su experiencia en Nigeria, nada más acabar sus estudios en Burdeos, se interesan por la arquitectura anónima y modesta realizada con escasos materiales. Unas construcciones enmarcadas en un paisaje desértico de un país en donde la escasez de recursos provoca soluciones que exprimen al máximo las posibilidades de los materiales y de su relación con el entorno en donde están ubicadas. Se trata de construcciones económicas e inteligentes (“inteligencia económica” o “economía inteligente”).

Esta experiencia y sus conclusiones se ven reflejadas en uno de sus primeros proyectos construidos desde su despacho de París. Se trata de unas viviendas sociales en Mulhouse, Francia. Una ciudad industrial caracterizada por la realización de operaciones para la mejora de la calidad del alojamiento de las clases obreras, Jean Nouvel se encarga de la ordenación general de una prolongación de la ciudad y los llama como uno de los equipos colaboradores para el desarrollo de su propuesta. Su propuesta se basaba en la economía y optimización de recursos para ofrecer a su cliente y a los futuros usuarios viviendas con espacios más amplios por menos dinero de lo que costaría una vivienda construida de un modo convencional. A diferencia de África, en Europa, la solución pasaba por la utilización de materiales industriales propios de la construcción de invernaderos como el acero galvanizado, estructuras metálicas ligeras, cristal o paneles de policarbonato. Todos ellos mostrados en crudo sin acabados, tratados de forma digna y sencilla, a fin de conseguir más metros por el mismo precio. Esta idea se apoya fundamentalmente sobre la realización de amplias terrazas, espacios que apenas necesitan ser construidos y que vinculados directamente al salón aumentan la sensación de amplitud del espacio.

El éxito de las soluciones baratas hizo que vinieran más encargos pero esta vez ya la economía no era un factor determinante, aun así, ellos utilizaron el mismo tipo de materiales con la misma filosofía, economía, amplitud de espacios extendidos en terrazas para un bienestar mental del usuario. Así lo podemos ver en sus viviendas en Calón-sur-Saone. En otros encargos posteriores y Europa, en donde hay tanto construido, añadieron la premisa del reciclaje de las preexistencias. Demoler es siempre la última alternativa, es su caso se reutiliza lo que se pueda salvar.  

Lo que en principio viene de una filosofía de aplicar soluciones ingeniosas para resolver la necesidad primaria se torna una herramienta, un corpus de lenguaje que da pie a un sistema con su propio lenguaje. Dicha actitud se reflejó claramente en el Palais de Tokyo de París en donde la previsión era la recuperación original del esplendor de este edificio del siglo XIX pero que ellos con su propuesta de intervención mínima dejando a la vista todas las tripas del edificio ganaron el concurso en una época de crisis y escasez. Esto viene apoyado por el hecho de que se consideró como una solución provisional a la espera de que se dotase de recursos económicos para volver a la primera intención. El exitoso resultado de la intervención mínima dio paso a terminar la totalidad del edifico con esa estética de la “economía inteligente” en una época en donde ya se disponía del dinero suficiente para abordar cualquier otra solución. En este caso la “economía inteligente” se ha convertido en un estilo, un lenguaje con su propio sistema lógico y de apariencia. La economía viene incorporada por la naturaleza del lenguaje ya no por una necesidad. Otro ejemplo es la escuela de arquitectura de Nantes en donde la estética se parece a la de la infraestructura de parquin con espacios abiertos, informales poco especializados resueltos con hormigón visto y elementos prefabricados. Un ejemplo más es el FRAC de Dunkerke en donde proponen una ampliación de la nave existente. Se renuncia a la forma al plantear un volumen adosado igual que el preexistente, de idénticas dimensiones, pero siendo fiel a su lenguaje que resulta de la utilización de los mismos materiales que le dan la apariencia de un gran invernadero, una imagen aumentada de sus primeras construcciones.

Vista exterior del FRAC

Vista exterior del FRAC

Lo paradójico de ese lenguaje cuyo origen claro, honesto y sencillo, se va repitiendo, es que acaba traicionándose a sí mismo y a su esencia de “economía inteligente” perdiendo parte de su sentido. El uso indiscriminado de cristal o su alternativa en paneles de metacrilato, requiere de la aparición de otros elementos o recursos extraños que corrijan la acumulación de calor en el interior como son densas cortinas reflectantes, toldos de lona o como en el caso del FRAC recurrir a ventanas motorizadas que ayuden a hacer más habitable su interior. El lenguaje se impone en ciertos aspectos al sentido común en pos de una coherencia, pero también es cierto que esto ha creado grandes iconos “inútiles” de la arquitectura que han reflejado y nos han descubierto el espíritu de su época ayudando más al avance de las ideas que al bienestar de la gente. 

El manantial del arquitecto by Carlos Salazar

“Detrás de cada edificio hay un hombre que no ves”. Tal era la afirmación de un viejo y famoso arquitecto americano a otro más joven que le pedía consejo. En 1961 El arquitecto catalán José Antonio Coderch recoge esta anécdota en uno de sus escritos y hace notar el hecho de que el viejo arquitecto utilizara la palabra “hombre” y no la palabra “arquitecto”. Es cierto que entonces nuestra profesión estaba protagonizada casi exclusivamente por hombres y aunque podamos entender que utiliza el género masculino con independencia de género la frase debería actualizarse. Hoy en día tendríamos que utilizar alguna palabra más adecuada y para ello se me ocurre, persona. Reformulando la afirmación que nos ocupa diremos “Detrás de cada edificio hay una persona que no ves”.

Esto hace pensar inmediatamente en lo que hay detrás de cada una de dichas palabras. Persona como ser que piensa y desarrolla su conducta de acuerdo con una visión del mundo ligada a un código moral. Arquitecto como profesional que desarrolla una actividad.

Yo no me atrevería a separar las dos palabras, el arquitecto es una persona y como tal en su actividad diaria el contenido de estas palabras está íntimamente ligado. Deduzco que la formación de un arquitecto no se puede confiar en exclusiva a una institución como es el caso de una Escuela de Arquitectura. Cuando un alumno se matricula en la universidad ya es un ser adulto, en la escuela pasará un breve pero importante periodo de su vida. Es necesaria, pues, la formación del arquitecto fuera de la escuela, durante y en la etapa posterior a ésta. La escuela nos proporcionará unos conocimientos que nos ayudarán a desenvolvernos en el mundo profesional una vez terminados los estudios. Todo aquello que nos hará crecer profesional y humanamente se lo ha de procurar el arquitecto. Mediante la lectura, el estudio, los viajes, las relaciones con otra gente, con otros medios de expresión, etc. Actividades que hacen de la profesión una actividad más humanista.

La persona como arquitecto está presente en cada proyecto que realiza, no solo como el técnico que aplica unos conocimientos académicos, si no que sobre el papel deja parte de sí mismo, parte de todo lo que ha ido conociendo, viviendo y aprendiendo. Es al llevar a cabo el proyecto cuando se puede comprobar todo aquello que se ha ido cuestionando y a lo que ha tenido que dar una respuesta también desde su parte más humana. Esto es lo realmente importante. 

Pero quizás detrás de la frase apuntada por Coderch se adivina la visión heroica, individualista más propia de otros tiempos, del arquitecto tal y como se relataba en “El Manantial” (The fountainhead), una novela de 1943 en la que su autora  Ayn Randde escribía “El ego del hombre es el manantial del progreso humano”  y que el director de cine King Vidor llevó a la pantalla en 1949 siendo protagonizada por Gary Cooper. Aun siendo cierto todo lo dicho anteriormente, el arquitecto tampoco ha de pensar que viaja solo. En ese periplo hacia la consecución de un resultado final va acompañado de un contexto humano muy variado que incluye su propio equipo de trabajo, colaboradores externos, clientes e industriales que junto con las circunstancias darán lugar a múltiples situaciones inesperadas, complejas que permiten decir que en realidad detrás de cada edificio hay muchas personas y muchas historias, al arquitecto le toca lidiar con todo eso para llevarlo a buen puerto sin traicionarse a sí mismo, a sus principios y a las personas que lo rodean.

La Vivienda Ideal by Carlos Salazar

Una de las preguntas más recurrentes tanto en mesas de debate especializado como en prensa, televisión o incluso durante una situación informal y que no deja de sorprenderme es: ¿Cuál es le modelo de vivienda ideal? Tantas veces me he encontrado con esa pregunta y sin embargo la reacción que me provoca no es pensar una respuesta si no darle vueltas a otro interrogante: ¿Existe un modo de vida ideal? Dejemos aparte el pensar si existe un canon de belleza universal, los debates en torno a lo bello y lo sublime son para otra discusión.

La contestación en forma de pregunta surge a consecuencia del hecho de que no existe una respuesta única, cerrada y rotunda a esa cuestión. Hasta mediados del siglo XX el modelo de vida para un individuo era un guión que le venia dado desde su infancia, un modelo que se heredaba de padres a hijos. Salirse del guión era motivo de marginación y en algunos casos incluso de cárcel. Este modelo normativo era el de la familia tradicional, padre madre e hijos, guiados por una moral por la cual había que hacer gala para no caer en la sospecha de una actitud desviada, fruto de las circunstancias de su tiempo en donde el clan era la base de la supervivencia. Es sorprendente cómo en las películas y reportajes de los años 50 todos los personajes de clase media y alta responden al modelo de hombre con chaqueta, corbata, fumando, la mujer necesariamente femenina y dependiente de éste. El individuo diluido en el pensamiento común era anónimo. Afortunadamente hoy en día ese modelo se puede asumir libremente pero ha pasado a ser uno más entre otros muchos. La sociedad es más abierta, participativa y todos los intereses, las sensibilidades tienen cabida en un mismo entorno. En este momento proponer un modelo de vivienda ideal está fuera de nuestro tiempo. El mercado así lo ha detectado y su producción va en ese sentido, detectar los usos y costumbres de nuevos colectivos para diseñar productos específicos de consumo. Todo esto es muy evidente en el ámbito de la moda. El avance científico con sus descubrimientos ha hecho que la religión con sus dogmas inamovibles vayan desplazándose al entorno privado. El asentamiento de las democracias valorando la importancia de los derechos del individuo y sobre todo la liberación de la mujer, junto con la rápida evolución de las nuevas tecnologías, han posibilitado la aparición de nuevos modelos de vida, de familias, así como el uso de los espacios domésticos. Se puede trabajar en casa con un ordenador o apenas cocinar gracias a los alimentos precocinados o bien simplemente porque se come siempre fuera de casa.

Pero esto no acaba aquí. Estos modelos se van transformando poco a poco, lo que hoy es válido o cierto mañana puede estar caduco. Vivimos en la época de lo efímero, la expresión “para toda la vida” aunque expresa una voluntad real se sospecha incierta y poco probable. Hemos desarrollado el reflejo de comprobar la fecha de caducidad de todo aquello que compramos. Y también existe la voluntad de que realmente las cosas no sean para siempre, se desea el cambio y esto, en muchas ocasiones representa un estímulo. Consecuencia de ello es el fenómeno Low Cost que permite el disfrute de gran variedad de opciones, ropa, viajes, ocio, gastronomía, etc. al poder renovarse de manera continua incentivando no obstante la proliferación de otros fenómenos como el de la obsolescencia programada. El sentido y valor de lo permanente se desvanece. Los diseñadores y los industriales se mantienen muy atentos a las dinámicas que se puedan generar en la sociedad, muchas veces impredecibles, para dar respuestas rápidas y eficaces. Llegados a este punto si nos volvemos a preguntar por la vivienda ideal, al igual que las demás cosas en la vida, sería, en mi opinión, aquella que satisfaga el gusto, la personalidad y las necesidades de sus ocupantes, al menos así es como se está entendiendo en la sociedad en la que vivimos.

 

Metros Cuadrados Calientes by Carlos Salazar

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Hay un fenómeno llamado “cama caliente” surgido por la inmigración o por trabajadores sin recursos, no es algo nuevo aunque no por ello curioso. Este fenómeno consiste en compartir por turnos de 8 horas una cama en una habitación de alquiler. Así mientras un trabajador realiza un turno de noche otro duerme en su cama. Al terminar el primero su turno, el segundo al tener que incorporarse a su trabajo, liberará la cama para que descanse el primero. Esta combinación es posible hasta con tres personas en que sus horarios sean compatibles para que la cama esté ocupada durante las 24 horas del día en turnos de 8 horas. Aunque humanamente no es una situación envidiable ni deseable, sí  que podemos decir que es un ejemplo de economía y de optimización de recursos. Este hecho me lleva a reflexionar sobre cómo la gente utiliza, y hasta qué punto rentabiliza, su espacio doméstico en un mercado donde cada metro cuadrado que ocupamos tiene hoy en día en el mercado un precio nada desdeñable. Cuando un amigo, familiar o conocido nos comunica que ha comprado un piso o tiene alguno mirado los dos parámetros por los que preguntamos inmediatamente es el precio y los metros cuadrados o número de estancias que tiene, luego vienen otras preguntas como el costo de la hipoteca, la ubicación, la altura, etc.

Habitualmente cuando se compra un piso siempre se tiene en mente la habitación de invitados. Suele consistir en una habitación cerrada la mayoría del año para unas visitas que apenas se producen. En este caso es un espacio frío que muy probablemente acabe por albergar maletas y alguna bicicleta (trastero). Otros espacios infrautilizados son los pasillos, el vestíbulo, y en muchos casos los propios salones cuando están más pensados como una exposición de muebles que en un sitio para habitar.

En la arquitectura domestica inglesa del XIX vemos ejemplos curiosos de vestíbulos que sirven para atender sentado a las visitas poco apreciadas, pasillos o vestíbulos biblioteca con una pequeña repisa mesa y un silla para leer, un pasillo que funciona zona de juego de niños, habitaciones estudio y habitación de invitados. Me llamó especialmente la atención un baño de una casa de Londres en donde se había instalado un sofá. Se trataba de un amplio espacio bien en donde los miembros algún miembro de la familia podía conversar sentado cómodamente mientras conversaba con otro que se daba un placentero baño. También era un espacio utilizado para la lectura. Otro ejemplo curioso lo podemos encontrar ocurre en el Magreb,  en salones con un largo banco perimetral lleno de cojines que son fácilmente transformables en grandes dormitorios ante una eventual avalancha de familiares como

A esta voluntad por aprovechar y rentabilizar cada metro cuadrado de la casa se le puede calificar haciendo un paralelismo con las camas del primer ejemplo, “metros cuadrados calientes”. Son aquellos metros que se utilizan durante todo el día. Cuantos más metros dispongamos en nuestro domicilio más estaremos rentabilizando y disfrutando de ese espacio. Poder optimizar el uso durante todo el día de un metro cuadrado significa duplicarlo, en realidad es un dos por uno. Vale la pena pues hacer el esfuerzo por repensar cómo utilizamos realmente nuestro espacio para poder ampliar nuestras posibilidades de poderlo habitar. Esto no acaba en el simple uso de cada estancia sino de cómo se relacionan entre ellas, se trata de abandonar el espacio especializado y recurrir en la medida de lo posible a espacios polivalentes, o incluso desprogramados, pasa por la eliminación de particiones rígidas, la eliminación de pasillos en la medida de lo posible, mediante estancias útiles que sirvan de paso. En definitiva es cambiar el concepto de espacios servidos y servidores que tanto nos repitieron en la escuela de arquitectura a un concepto de espacios colaborantes, que incluso cambian de uso con el tiempo, con la intención de eliminar jerarquías para encontrar de una relación más democrática entre ellos. Poder desarrollar casi cualquier actividad en casi cualquier lugar de la casa en donde cada ocupante encuentre el lugar que más le convenga o le guste es factible, sólo ciertos espacios y los baños precisan de estar cerrados aunque si el sentido de privacidad es poco estricto también podemos hablar de espacio abiertos. Como podemos comprobar una vez abierto el camino las derivaciones son tantas como compleja sea la vida o la mentalidad de los que la habitan.

Más que un catálogo de soluciones ingeniosas “metros cuadrados calientes” es un concepto para actuar o pensar un espacio y tal es así que también se puede aplicar incluso a las sensaciones espaciales mediante elementos de transparencia o móviles que nos ofrezcan visiones amplias en espacios reducidos o mediante la manipulación de la luz. Son los profesionales del diseño y la industria los que se encargarán de elaborar productos que participen de esta idea y se los ofrezcan al consumidor.